abril 15, 2017

Nuestra historia

La Facultad de Teología del Uruguay Monseñor Mariano Soler, fue erigida canónicamente por decreto de la Congregación para la Educación Católica del 22 de julio de 2000. Culmina así un largo proceso comenzado hace más de dos siglos y se abre una nueva etapa futura.

La enseñanza de la Teología y las ciencias religiosas en el Uruguay comenzó en el siglo XIX. En los últimos años del período colonial se abrieron cátedras en el Convento de San Bernardino de los PP. Franciscanos. Establecida la República Oriental del Uruguay, uno de sus primeros actos fue la ley de fundación de la Universidad Mayor de la República (ley Larrañaga), en la cual se creó la cátedra de Teología. Esta subsistió con altibajos hasta los comienzos de la década del 60.

En 1879, Monseñor Jacinto Vera fundó el Seminario Conciliar. Desde entonces, en forma ininterrumpida, existe la enseñanza de la Teología en el Uruguay. A los estudios del Seminario se suman en el siglo XX los estudiantados de los PP. Salesianos y los PP. Capuchinos cursos de Filosofía y Teología.

Enseguida de concluido el Concilio Vaticano II, el 14 de noviembre de 1966 se funda en Montevideo el Instituto Teológico del Uruguay Monseñor Mariano Soler por un acuerdo entre la Conferencia Episcopal del Uruguay y el Consejo de Superiores Mayores. Desde los comienzos los Obispos y los Provinciales se propusieron formar una Facultad de Teología, que cumpliera con todos los requisitos de la formación académica (cf. Acta Nº 49 de las sesiones de la CEU y los primeros Estatutos del acta fundacional).

Por decreto de la Congregación de la Educación Católica del 21 de mayo de 1967, el Instituto fue afiliado a la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Gregoriana, y, desde entonces, ha mantenido una estrecha, fecunda y permanente vinculación con esa alta casa de estudios. La institución fue agregada a la misma Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Gregoriana, por decreto del 15 de noviembre de 1993.

A lo largo de más de tres décadas, el Instituto cumplió con su cometido, impartiendo la enseñanza de la Teología y las otras ciencias eclesiásticas, en primer lugar para la formación de los sacerdotes y, también, enseñando a religiosos, religiosas y laicos. Para este fin, además de los estudios curriculares para el sacerdocio, con la posibilidad de obtener el bachillerato en Teología, se desarrolló una tarea de extensión por medio del Departamento de Laicos, el Departamento de Vida Consagrada y por el Instituto de Ciencias Religiosas, también patrocinado por la Universidad Gregoriana. En los últimos años nos hemos vinculado particularmente con la Universidad Católica del Uruguay Dámaso Antonio Larrañaga, creada dos décadas después.

Fruto de las investigaciones de los docentes, a lo largo de los años se han editado diversos libros. Desde hace 25 años se publica la revista, llamada en un primer período Libro Anual y actualmente Soleriana. De esta forma se ofrece un aporte científico, además de mantenerse un fructuoso intercambio internacional.

En 1980 se adquirió la actual sede de San Fructuoso 1019, la cual se amplió con la construcción de la Biblioteca. El año 1999 se inauguró la nueva Aula Magna y se incorporó a la Biblioteca el piso superior.

Al ser erigida la Facultad, ésta puede otorgar todos los grados académicos eclesiásticos en Teología. De ella han salido titulados bachilleres, licenciados y doctores en Teología (los grados eclesiásticos de bachillerato y licenciatura equivalen a los de licenciatura y maestría en el uso corriente).

Con Fecha 9 de setiembre de 2004 el Presidente de la República Dr. Jorge Batlle Ibañez, firmó la resolución por la que se aprueban los Estatutos de la fundación «Instituto Universitario Monseñor Mariano Soler – Facultad de Teología del Uruguay» y se le reconoce la personería jurídica. Por la misma se autoriza a esta Facultad a funcionar como Instituto Universitario y se reconoce la carrera «Licenciatura en Ciencias Teológicas«.

 

Reseña histórica de Monseñor Mariano Soler

Mariano Soler nació en San Carlos (Maldonado, Uruguay) el 25 de marzo de 1846 y falleció en alta mar, mientras volvía a Montevideo, el 26 de septiembre de 1908.

Enviado por Monseñor Jacinto Vera hizo sus estudios eclesiásticos en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe (Argentina) y en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde se graduó como Doctor en Teología y en Derecho Canónico, mientras era alumno del Colegio Pío Latino Americano.

Fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1872 y regresó a Montevideo en 1874. En 1890 es nombrado administrador apostólico. El 18 de enero de 1891 es elegido tercer obispo de Montevideo, siendo consagrado el 8 de febrero. El 14 de abril de 1897 es nombrado primer arzobispo de Montevideo, al erigirse la Provincia Eclesiástica del Uruguay.

En su ministerio desarrolló una actividad incansable en diferentes órdenes. Fue cura párroco de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen del Cordón, diputado por Canelones, fundador del Club Católico – centro de difusión cultural para el laicado – y del Liceo de Estudios Universitarios – la primera universidad libre del país, asfixiada por la intransigencia anticatólica –.

Se destacó como publicista de fuste, orador talentoso y gran polemista. Fue un verdadero humanista, que se esforzó por mostrar la unidad entre la fe cristiana y el mundo moderno. Su vasta bibliografía comprende obras teológicas y canónicas, filosofía, sociología, ciencias naturales, política, etc. Son obras de diversa índole, desde cartas pastorales y folletos de piedad, hasta libros polémicos. En algunos aparece más su creatividad, en otros el modo de la difundir las ideas en su época.

Su influjo se extendió fuera de fronteras. Es llamado el segundo fundador del Colegio Pío Latino Americano, porque recorrió el continente americano a fin de lograr la continuidad de esa casa y presidió una sesión del Concilio Plenario dedicado a salvar esa institución, en su concepto clave para la formación del clero. Mons. Soler fue hombre de confianza de León XIII y le cupo particular participación en el Concilio Plenario Latinoamericano de 1899, que él abrió con su discurso inaugural por mandato del Papa el 28 de mayo.

Construyó en Ortás (Urthás), a pocos kilómetros de Belén, el Santuario del Hortus Conclusus, como perenne presencia del Uruguay y de la Argentina, santuario que entregó a las Hermanas de María Santísima del Huerto. Este templo y asilo es un monumento que nos habla de su capacidad creativa, en sueños y en hechos, de su amor por la Tierra Santa – la que visitó en varios viajes –, y por la Madre del Señor.

La Facultad de Teología toma su nombre de este uruguayo sabio, de este sacerdote celoso, de este obispo abierto al mundo y enamorado de Cristo, audaz hasta más allá de lo imaginable, humilde en todo.